

Gran día en el barrio de María Auxiliadora, su Virgen se iba a pasear por primera vez con Costaleros. Corría de las gordas, el Lorenzo en "
to" lo alto, desprendiendo luz y calor para dar y regalar. Los costales bien
calaos, las cañas en lo alto, camisetas de
tirantas por doquier, y sudor, mucho sudor, que ese día eran
las lágrimas de la Virgen en nuestros cuerpos, de la alegría que gozaba.
Pero allí estábamos un grupo de amigos comprometidos con esa noble causa, y darle a Ella, y a su gente lo que se merecía, un paseón de los gordos; comprometidos con nosotros mismos, no nos podíamos fallar, la afición en su máxima expresión, y así fue para disfrute de todas la partes participantes, y la nuestra en especial.
Recuerdos, infinitos, los momentos tan intensos vividos se quedan en la memoria de cada uno, y orgulloso, muy orgulloso. Había una abuela desde un balcón recién estrenado en la gloria, que me veía pasar como costalero por allí, quien lo diría..., ¡que suerte y orgullo Dios mío!
Gracias María Auxiliadora, por todos los momentos y por la gente que me has regalado, más no te puedo pedir. Ese día, volví de nuevo a encontrarme con el verdadero valor de la amistad de la gente de abajo, de los amigos, de los camaradas, de los que mueren el uno por el otro, y no dudarían en dar la vida por tí, de la gente que te quiere de balde y sin ojanas, y para eso, no hay oro en el mundo con el que pagarlo.
Orgulloso de mi gente y mil veces agradecido a mis amigos, que se llaman, costaleros.