Pero allí estábamos un grupo de amigos comprometidos con esa noble causa, y darle a Ella, y a su gente lo que se merecía, un paseón de los gordos; comprometidos con nosotros mismos, no nos podíamos fallar, la afición en su máxima expresión, y así fue para disfrute de todas la partes participantes, y la nuestra en especial.
Recuerdos, infinitos, los momentos tan intensos vividos se quedan en la memoria de cada uno, y orgulloso, muy orgulloso. Había una abuela desde un balcón recién estrenado en la gloria, que me veía pasar como costalero por allí, quien lo diría..., ¡que suerte y orgullo Dios mío!
Gracias María Auxiliadora, por todos los momentos y por la gente que me has regalado, más no te puedo pedir. Ese día, volví de nuevo a encontrarme con el verdadero valor de la amistad de la gente de abajo, de los amigos, de los camaradas, de los que mueren el uno por el otro, y no dudarían en dar la vida por tí, de la gente que te quiere de balde y sin ojanas, y para eso, no hay oro en el mundo con el que pagarlo.
Orgulloso de mi gente y mil veces agradecido a mis amigos, que se llaman, costaleros.
1 comentario:
No se puede expresar mejor lo vivido ese día.
Publicar un comentario